 
											Desde el jueves estudiantes, médicos, maestros de la Universidad de Montemorelos, personal del Hospital La Carlota y miembros de la Asociación de Profesionales de la Salud Adventistas (APSA) se unieron para ofrecer servicios médicos gratuitos a aquellos que más lo necesitaban.
Tres brigadas médicas diarias fueron el epicentro de esta labor, donde se brindaron servicios de odontología, medicina general y familiar, fisioterapia y diversas especialidades. En total, más de 3000 personas fueron atendidas en nueve ubicaciones estratégicas de la ciudad, muchas de esas personas beneficiadas al recibir más de un servicio.
El jueves y viernes, se llevaron a cabo actividades de impacto misionero en los hospitales del sur de la ciudad, en la Benito Juárez y el emblemático Parque de los Venados. Además, se compartió el mensaje de esperanza en la zona de Iztapalapa, en el contexto del viacrucis celebrado por la tradición católica.
El sábado por la mañana, los jóvenes se desplegaron en los distritos de Ramos Millán, Campestre, Portales y Narvarte para dar testimonio y compartir el mensaje del evangelio. Por la tarde, se unieron en cuatro puntos cercanos al Zócalo de la CDMX, compartiendo materiales evangelísticos y ofreciendo oraciones por quienes pasaban, mientras se dirigían hacia el Monumento a la Revolución. Algunos de los ministerios que participaron fueron: Drama mudo, SMILES, HANDMADE, expresión celestial y otros.
La culminación de la Supermisión llegó el sábado por la tarde, cuando aproximadamente 1000 jóvenes se congregaron en el monumento de la Revolución para un programa especial de oración por la juventud y las familias de la Ciudad de México.
Con la distribución de alrededor de 100,000 ejemplares de tratados, revistas y libros misioneros, la Supermisión dejó una huella imborrable en la comunidad. Más allá de los números, el verdadero éxito de esta iniciativa radica en el impacto de esperanza que generó en la vida de quienes recibieron atención médica, un libro o simplemente una palabra de aliento y esperanza.
La Supermisión no solo fue un evento, sino un testimonio vivo del poder transformador del amor y la solidaridad en acción.

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